Si tenías una empresa a finales del siglo XX y principios del XXI, daba la sensación de que no eras nadie si no te subías al vagón de la externalización de los servicios, también conocido como outsourcing. No sólo los adolescentes abrazan las modas, también entre el empresariado se van siguiendo tendencias y éstas suelen contar con bastante aceptación entre los gestores. En ocasiones, algunas de estas nuevas corrientes se establecen sin que esté probada la conveniencia o no de su materialización. Después, con el paso del tiempo, llegan los análisis individuales y sectoriales y las tan necesarias conclusiones permiten que las aguas vuelvan a su debido cauce. Con la externalización también se ha vivido este proceso.
Para que el outsourcing merezca realmente la pena debe aportar valor. De nada sirve coger el tren de alta velocidad si éste no tiene como destino final la estación a la que necesitamos arribar. De ahí que la primera incógnita a despejar sea la de qué se pretende lograr con la externalización.
La externalización de un proyecto o un servicio implica llegar a un acuerdo satisfactorio con un socio que ha de ayudarte a realizar una cierta transformación interna en tu compañía. No es, por tanto, una decisión que pueda tomarse sin un previo análisis acerca de la conveniencia de asumir la llegada de un compañero de viaje.
Asimismo, debes ser consciente de que el outsourcing es una estrategia que tendrás que valorar para aquellas áreas que no tengan que ver con el nucleo principal de tu negocio. Ser consciente de las propias limitaciones en aquellos aspectos en los que no eres especialista resulta clave.
En los inicios del auge por la externalización se esgrimía el ahorro de costes como reclamo para su implementación, pero no siendo este aspecto desdeñable, a día de hoy hablar de externalización es hacerlo en términos de una estrategia empresarial que te puede reportar beneficios más allá de las simples finanzas.
La contratación de especialistas para tareas que se escapan del core business de tu compañía suele redundar en un incremento en la calidad de los servicios prestados y permite con ellos mejorar la imagen que los clientes tienen de tu empresa.
Otro de los beneficios más claros es el del incremento de la eficiencia. Cuando un equipo vuelca su esfuerzo en un solo proyecto o en un área, los resultados son siempre más satisfactorios.
Un equipo de especialistas que lidera un proyecto permite, con el continuo reporte que te ofrece, que tu empresa implemente los necesarios cambios con una mayor rapidez que si hubieras asumido tú la tarea.
Externalizar significa también aprovecharse de que tu socio está al día de las últimas tendencias y tecnologías que tienen que ver con su especialidad. Esta circunstancia te facilita adelantarte a las necesidades futuras de tu negocio, ir algún paso por de la competencia y ser el primero en golpear.
